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Para grandes figuras en el mundo de la Pedagogía, como Piaget, la educación significa:

“forjar individuos, capaces de una autonomía intelectual y moral y que respeten esa autonomía del prójimo, en virtud precisamente de la regla de la reciprocidad.”
Para Durkheim: “La educación tiene por misión desarrollar en el educando los estados físicos, intelectuales y mentales que exigen de él la sociedad política y el medio social al que está destinado.”

Y, para Pestalozzi: “La educación es el desarrollo natural, progresivo y sistemático de todas las facultades.”

Por otra parte, sabemos que el término inclusión procede del verbo incluir, que a su vez proviene del Latín Includere y recoge significados como: abarcar, implicar, insertar o ser parte.

Una vez conocidos estos términos, podremos hablar de la educación inclusiva, cuyo significado, para mí, es una educación equitativa para todos que proporcione la igualdad de oportunidades, ofreciendo un trato por igual, sin olvidar las diferentes características, necesidades y dificultades que presenta cada persona, y adaptándose siempre a ellas.

Se trata de conseguir la participación de todos los niños, niñas y adolescentes en el mismo proceso educativo, en el cual puedan interactuar y trabajar para conseguir unos objetivos comunes.

La consecución de una educación inclusiva plena en todos los centros educativos es fundamental, puesto que la diversidad existe desde siempre, ya que no hay dos personas iguales que presenten las mismas características. Actualmente, nos encontramos con muchísima más diversidad, debido a la procedencia de personas de otras culturas, las diferencias en el idioma, personas que presentan cualquier tipo de discapacidad, las diferencias en el estado socio-económico de las personas, etc.

La diversidad se encuentra presente tanto en la sociedad como en el espacio escolar, por ello, el sistema educativo ha de ser capaz de ofrecer una educación en la que se reconozcan las diferencias de cada persona para poder actuar en función de estas, ofreciendo a todos los participantes del sistema educativo las mismas oportunidades y proporcionando la posibilidad de aprender de las diferencias que nos rodean y de reforzar los sentimientos de empatía y tolerancia.

Con la educación inclusiva se pretende conseguir una mejora global en todos los ámbitos, puesto que con ella se consigue una educación de calidad, un proceso de aprendizaje significativo y permanente en el que se enseña a comprender y a respetar las diferencias de los demás, lo que es fundamental para alcanzar un desarrollo personal íntegro. Esta educación inclusiva comienza en las aulas, pero se expande a la sociedad, mejorando la convivencia.

Se puede concluir, en definitiva, que la educación inclusiva es una necesidad, puesto que sin ella no se puede alcanzar plenamente el derecho a la educación que todos/as tenemos y del cual todos/as debemos poder beneficiarnos positiva y adecuadamente.

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